Epílogo
Qué desagradable parecen las calles
silenciosas, semiabandonadas de edificios ciegos y colores quebrados
por la noche. Sólo los pasos titubeantes de Ángel representan algo
vivo en este paisaje cruel; mira las aceras húmedas esperando tal
vez encontrar en ellas un camino trazado por no se sabe qué destino
impreso en realidad en su mente. Ahora saldrá de dudas, por lo
menos tiene derecho (piensa) a conocer las respuestas que han
ocasionado sus interminables delirios...
Adriana Nazca
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